Recupero un artículo de Business Week sobre la subcontratación de la innovación. En él se analiza la evolución de las habilidades tecnológicas de los fabricantes orientales, que pasan de fabricar bajo encargo a ser capaces de diseñar y fabricar teléfonos, ordenadores, televisores o reproductores MP3. Comenta cómo Dell, Motorola o Philips están comprando diseños completos a los que añaden sus marcas posteriormente. El debate que suscita a raíz de esto es si la innovación se convierte en un "commodity" que también se puede subcontratar igual que las demás actividades que no pertenecen a las competencias clave de las empresas.
Se abre por tanto la puerta del pánico. ¿No hay un acuerdo generalizado de que la innovación es la única manera de añadir valor en las economías occidentales frente a la durísima competencia de China y demás fuentes de mano de obra barata? ¿Y si ellos también pueden entrar en nuestra parte del pastel, qué queda de nuestro liderazgo?
Por mi parte, además de recordar que ya los japoneses y coreanos pasaron de copiar a crear e inventar, quiero resaltar que el desarrollo de nuevos productos, aunque sean tecnológicos, no se puede identificar exclusivamente con la parte "techie" del proceso. De acuerdo, en un nuevo teléfono es importante conseguir una producción económica, una integración correcta de sus componentes... pero son igualmente necesarias la correcta definición de las necesidades del cliente, la detección de nichos de mercado, la definición de las funcionalidades. Todas ellas son tareas que pertenecen al que tiene el conocimiento del cliente y en las que, se supone, las grandes marcas tienen todavía unos cuantos pasos de ventaja sobre sus proveedores orientales. Como ya comenté en otro post, en los productos tecnológicos corremos el riesgo de pensar que el siguiente producto será el que añada más "fuerza bruta" (más rápido, más memoria, más...) pero en ocasiones el siguiente proucto lo que hace es cambiar las reglas del juego, como es posible que pase con la Revolution de Nintendo.
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Se abre por tanto la puerta del pánico. ¿No hay un acuerdo generalizado de que la innovación es la única manera de añadir valor en las economías occidentales frente a la durísima competencia de China y demás fuentes de mano de obra barata? ¿Y si ellos también pueden entrar en nuestra parte del pastel, qué queda de nuestro liderazgo?
Por mi parte, además de recordar que ya los japoneses y coreanos pasaron de copiar a crear e inventar, quiero resaltar que el desarrollo de nuevos productos, aunque sean tecnológicos, no se puede identificar exclusivamente con la parte "techie" del proceso. De acuerdo, en un nuevo teléfono es importante conseguir una producción económica, una integración correcta de sus componentes... pero son igualmente necesarias la correcta definición de las necesidades del cliente, la detección de nichos de mercado, la definición de las funcionalidades. Todas ellas son tareas que pertenecen al que tiene el conocimiento del cliente y en las que, se supone, las grandes marcas tienen todavía unos cuantos pasos de ventaja sobre sus proveedores orientales. Como ya comenté en otro post, en los productos tecnológicos corremos el riesgo de pensar que el siguiente producto será el que añada más "fuerza bruta" (más rápido, más memoria, más...) pero en ocasiones el siguiente proucto lo que hace es cambiar las reglas del juego, como es posible que pase con la Revolution de Nintendo.
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