miércoles, marzo 08, 2006

Hay que cambiarlo todo para que todo siga igual

Hablaba hace algún tiempo de la singularidad, ese punto en el que se propone que el progreso tecnológico 'vertical' nos lleva a un hombre 'posthumano'. Vuelvo a raíz de una entrevista con Ray Kurzweil, cuyo libro The singularity is near se ha convertido en un best-seller. Comenta cómo en 2010 habrá superordenadores con potencia suficiente para emular la inteligencia humana, y en 2020 estará disponible en ordenadores de 1.000 $, aunque el software equivalente puede tardar algo más. Eso quiere decir que en pocas décadas más la inteligencia no humana puede ser mucho más potente que la humana... Él opina que hacia 2030 habrá ordenadores capaces de pasar el test de Turing (si una persona es incapaz de distinguir entre una máquina y otra persona por sus contestaciones a una serie de preguntas, entonces es que la máquina es inteligente).

No pongo en duda que llegaremos a estos niveles. Es más, me alegraré de que lleguen porque harán nuestra vida mejor, o al menos más divertida. Pero no sé si el avance tiene las implicaciones filosóficas que se le quiere dar. ¿No cambiará todo, pero sin embargo seguirá igual? A poco que des vueltas por el mundo con los ojos abiertos te das cuenta de lo poco que te separa de ese pastor que te recibió en su cabaña al otro lado del mundo, cuya única fuente de energía era la leña y un poco de gasoil que había que dosificar. "Si nos pincháis, ¿no morimos? si nos hacéis cosquillas, ¿no reímos? si nos envenenáis, ¿no morimos?" Tenemos más conocimiento acumulado, pero en esencia no somos más inteligentes, sensibles, o diferentemente humanos que Shakespeare o que un ciudadano de la república de Roma. Cuando llegue ese momento de singularidad, tendremos problemas concretos distintos, potencialidades mucho mayores, más esperanza de vida y con más calidad, pero seguiremos siendo nada más y nada menos que humanos.



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