martes, diciembre 13, 2005

El tocino y la velocidad

Parece que un estudio del Institute of Medicine norteamericano ha conseguido encontrar la relación entre el tocino y la velocidad. Becker y Posner hacen referencia a este estudio, de la siguiente manera
"Basado en su examen de numerosos estudios de posibles relaciones
entre ver la televisión y el aumento de peso, el informe atribuye una parte
significativa del aumento de obesidad entre adolescentes y niños a la publicidad
televisiva de comida y bebida con alto contenido de azúcares y grasas.
Recomienda que las empresas trabajen con los científicos para reformular sus
productos y sus anuncios".
Tras esta -por lo menos- sorprendente introducción, se dedican a desmontar la relación entre publicidad y obesidad. Parece obvio que hay un sospechoso más lógico para la obesidad: Si los niños pasan más tiempo viendo la tele, verán más publicidad, pero también tendrán una vida más sedentaria. No voy a extenderme más en la refutación que queda muy clara en el post de Becker. Pero lo que me sirve para reflexionar sobre dos vicios de nuestra sociedad tecno-científica:
  1. La ciencia sirve para justificar cualquier opinión y la estadística se retuerce hasta que diga exactamente lo que se desea de ella. Parece que los números son siempre objetivos y olvidamos que siempre son tratados antes por seres humanos subjetivos.
  2. La búsqueda obsesiva de relaciones causa - efecto lleva a un alarmante desprecio por la responsabilidad individual. Los niños tienen hábitos mucho menos saludables que les llevan a la obesidad. Pero los padres, sus educadores, no tienen ninguna responsabilidad en estos hábitos y se buscan terceros (preferentemente con buenos bolsillos para pagar indemnizaciones) que sean culpables. Dentro de poco, la culpa de que un asesino (así hay que llamarlos) mate a alguien por ir a 200 km/h. en su coche no será suya por pisar el acelerador, sino de quien fabricó un coche potente para que se lo comprara ese loco. Desde luego es más cómodo para todos nosotros. Pero tengamos cuidado: si delegamos nuestras obligaciones, después nos pedirán que a cambio cedamos nuestros derechos.

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