Desde los años 80 nos encontramos con que la transmisión de la información sufre una revolución. Se pasa de mover átomos a mover bits. La ley de Moore, que vaticinó en los años 70 que la capacidad de los procesadores se duplicaría cada 18 meses, se ha cumplido casi inexorablemente. En las telecomunicaciones la distancia ha pasado a ser un factor casi irrelevante. Si nos fijamos en las comunicaciones de voz, la fibra óptica ha hecho que los precios de la larga distancia hayan disminuido proporcionalmente mucho más que la corta distancia (no hay que remontarse más allá de los años 70 para recordar que en los hogares las llamadas a los familiares de fuera de la ciudad se reducían por culpa del precio). En las comunicaciones de datos la revolución ha sido más radical. La estructura de Internet ha conseguido que enviar un correo electrónico o mantener una videoconferencia sean actos comunicativos cuyo precio es totalmente independiente de la distancia. El precio es el mismo para 10 que para 10.000 kilómetros, es la cantidad de información la que se tarifica. Esta facilidad de transmisión de información ha sido aprovechada por un sector que trabaja casi excluidamente con información: el sector financiero. Las monedas, el comercio, las inversiones, ya no requieren mover metales o papelitos. Hacemos transacciones de un lado a otro del mundo en segundos.
¿Es este fenómeno nuevo? No. Ya tras la segunda guerra mundial se produjo un fenómeno parecido, con una reducción en los costes de transporte, en este caso por el desarrollo del transporte aéreo (aumentando la movilidad de pasajeros). En el transporte marítimo de mercancías se produce una innovación que transforma el sector, y es la aparición de los contenedores de carga. Estos avances promueven una reducción de las barreras comerciales a productos industriales.
Ahora bien, ¿se inventó la reducción de costes de transporte en los 40 - 50? Tampoco. Eentre el último tercio del siglo XIX y el arranque del XX, se produjo una importante reducción en los costes de transporte, gracias a los avances tecnológicos basados en la máquina de vapor. El ferrocarril y los barcos de vapor sustituyen al impulso animal y eólico de los medios de transporte de personas y mercancías, aumentando la velocidad y reduciendo los costes. La oportunidad que a partir de aquí surge para el comercio impulsa una reducción de barreras arancelarias, aunque no de manera general sino dentro de los imperios existentes. Es decir, el Reino Unido incorpora a su comercio plenamente a sus colonias, aunque no tiene ningún interés en fomentarlo con las de Francia, Portugal o España. El movimiento de mercancías vino acompañado por el de personas a una escala difícil de repetir. El 10% de la población mundial emigró de Europa a USA, de China e India al sur de Asia, y también a América. Esta cantidad hace ridículas las cifras de las emigraciones actuales. Las hambrunas (Irlanda) o las oportunidades (construcción del ferrocarril en Estados Unidos fueron factores impulsores de estos movimientos.
En estos tres párrafos se describen las tres etapas de la globalización que se definen actualmente... Pero, ¿y antes? Pues antes estuvo el expansionismo del imperio inglés hacia la India, y el de Portugal por Asia, y el de España en América, y el de los hunos, y el de Roma, y el de Alejandro Magno... y las rutas comerciales establecidas por Marco Polo, y las de los fenicios... En la naturaleza del hombre están el inconformismo, la necesidad de abrir nuevos horizontes y de emprender nuevas tareas. Cuando no teníamos más que los pies, hace cientos de miles de años, nos expandimos desde África por toda Eurasia. Ahora que tenemos cohetes, queremos llegar a Marte. La tecnología es el facilitador fundamental de la globalización, pero el empuje sale del corazón de las personas.
Por eso me sorprenden los comentarios apocalípticos sobre la globalización. Juan Freire cita uno fantástico de Kuntsler, del que traduce un párrafo que no tiene desperdicio:
Visto a través de estos lentes, el ocaso de la actual etapa de globalización se
nos muestra amenazante en el horizonte. Los norteamericanos han gozado de la
fiesta, pero los fuegos artificiales y esta orgía especial de trasporte fácil,
aire acondicionado ilimitado, productos súper baratos hechos por esclavos en
lugares lejanos, está a punto de clausurarse. La globalización ha terminado. El
mundo se convertirá nuevamente en un lugar grande."
Mi "optimismo antropológico" me hace dudar de que no vayamos a encontrar soluciones cada vez más eficientes para el transporte o la energía, pero lo que tengo clarísimo es que mientras las piernas funcionen, los hombres querremos viajar, y conocer, y aprovechar oportunidades sin explotar. He dicho ;-)
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3 comentarios:
este argumento es indignante tendra noticias de mi abogado
si no borra eso lo0 denuncio con mi abogado
lo voy a denunciar si no borra eso con mi abogado
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