domingo, junio 25, 2006

Videojuego educativo

A través de We make money not art, llego a este fantástico videojuego que sirve para aprender a tocar instrumentos musicales. Son muchos los temas que me llaman la atención del mismo.
En primer lugar, la modificación de los patrones de aprendizaje en una materia compleja como es la música. Cuando el conocimiento es la base de la innovación, resulta curioso ver cómo a la innovación le cuesta llegar al aprendizaje, es decir, a la manera de adquirir conocimiento. En música, este se alcanza a partir de un duro trabajo de repetición. Esta repetición es evaluada por el profesor o el propio alumno, que se encargan de juzgar si el sonido resultante se parece más a la música o a un gato al que le pisan el rabo. Pero el profesor no siempre está presente, y el alumno no siempre tiene de partida el buen oido que se requiere. Este videojuego indica cuándo pulsar las claves del instrumento y al ritmo de la música resultante hace marchar a una banda. Si la música es desastrosa, el desfile se deshace. ¿No es divertido? No es un sustituto del profesor, pero estoy seguro de que hace más ameno el duro ensayo particular.


Por otra parte, está la innovación en el tradicional 'joystick' de los videojuegos. Si el juego refleja toda una serie de mundos distintos, ¿porqué hasta ahora solo nos relacionamos con el a través de una palanquita o, como mucho, un volante? Nintendo ya ha dado un primer paso con su Revolution, como ya comenté aquí. Parece que ya se ha dado el pistoletazo de salida para pensar al margen del mando estándar. El salirse de ese marco encorsetado puede liberar la creatividad de los juegos, hasta el punto, como sucede en este caso, de generar innovaciones importantes en otros campos aparentemente no relacionados, como el aprendizaje.

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