lunes, julio 18, 2005

Globalización y empleo

Yo sigo dando la lata con la globalización. Fundamentalmente porque creo que es positiva para sacar de la miseria a los que se mueren de hambre. Sí, es posible pensar que no podemos tolerar un mundo con tanta pobreza y pensar que se puede luchar contra ella desde el sistema.
Veo un comentario muy interesante de Juan Freire sobre cómo los antiglobalización también se globalizan... Si es que es un fenómeno imparable. El pensamiento tiende a uniformizarse en ideas muy muy simples. Es entropía cultural ;-)
Precisamente uno de los mantras repetidos hasta la saciedad es el problema de la deslocalización. Es cierto que la deslocalización de la producción mediante la Inversión Directa en el Exterior (IDE) produce una pérdida inmediata de empleos en los países desarrollados en los que se origina el proceso. Existe además el riesgo de que estos trabajadores en paro, que probablemente ya eran de los que menores salarios tenían, incrementen la oferta de mano de obra bajando aún más los sueldos de otros trabajadores. Sin embargo el problema es menor de lo que puede parecer, por distintas razones:
  • La IDE no va tanto a países pobres como a otros países ricos. En los años 90 el 80% de esta Inversión por parte de empresas norteamericanas fue a parar a otros países ricos, como Canadá, Japón y Europa Occidental. El 18% se destinó a países en desarrollo con ingresos medios, como Brasil, Méjico, Indonesia o Tailandia. Solo el 1% de la inversión se destinó a los países subdesarrollados. (The Economist, artículo para suscriptores).
  • Por otra parte, los empresarios alemanes y franceses han disfrutado durante varias décadas ya de la posibilidad de deslocalizar sus producciones dentro de la Unión Europea a países con sueldos más bajos como España. Aunque efectivamente algunas industrias se han trasladado, ambos países conservan una industria competitiva en muchos sectores. La estrategia de mera reducción de costes no es la mejor a largo plazo, pues entra en una carrera con un fondo definido y en la que ninguno de los participantes tiene garantizada la supervivencia.
  • Vivimos en una economía en la que el peso principal de la generación de empleo y riqueza recae sobre el sector servicios. Si a la industria le quitamos la construcción, que puede contratar a trabajadores extranjeros pero los tiene que localizar aquí, nos queda un grupo amenazado que es poco mayor del 20% de la fuerza laboral. No hay que ignorarlo, desde luego, pero ya no es toda la economía la que se ve amenazada...
  • Finalmente hay que considerar los efectos positivos de la deslocalización (aparte del beneficio para los consumidores, ricos y pobres, producidos por la disminución de precios). Se ha comprobado que las exportaciones de las multinacionales hacia sus filiales extranjeras (maquinaria de producción, servicios) supera a sus importaciones. Por lo tanto, aunque efectivamente se produce una pérdida de empleos en las áreas menos competitivas, por el contrario se genera empleo en aquellos sectores más especializadas de los países ricos.

En resúmen, no hay que tener miedo a que los parias de la tierra vengan a quitarnos nuestros empleos... Más bien deberíamos pensar en cómo proporcionarles empleo a ellos.



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